El trimestre que cubrimos con esta
quinta edición de la revista se caracterizó por los grandes desastres,
huracanes que azotaron las islas y ciudades del mar caribe y los terremotos
sucesivos en México.
De estos sucesos podemos tomar
como lección que cualquier preparación para enfrentar desastres, por grande que
sea nunca será suficiente y que toda la población sin distingo de profesión y
oficio debe prepararse para ser socorrista.
Debemos preguntarnos si en un
desastre como el ocurrido en México Bomberos Colombia cuenta con el número
suficiente de efectivos para atenderlo de manera suficiente y la repuesta será
negativa. El esfuerzo de Bomberos Colombia para fortalecerse ha sido grande y
eso es innegable pero aún no es suficiente para que podamos asegurar que será
suficiente en un evento de gran magnitud.
El principal problema que
enfrenta Bomberos Colombia para ser la institución fuerte que el país
necesita es la falta de conciencia de
los mandatarios municipales sobre la necesidad de contar con instituciones
bomberiles fuertes en sus municipios. La autonomía que la Constitución Política
de Colombia le otorgó a los Alcaldes impide que el legislador les imponga la
obligación a los mandatarios de contar con cuerpos de bomberos bien equipados,
con recursos suficientes y les deja a su buen criterio la prestación de este
servicio público esencial, pero precisamente de buen criterio es que adolecen
la mayoría de alcaldes de Colombia.
Desde el gobierno nacional se
hace un gran esfuerzo para dotar a los cuerpos de bomberos con equipos
especializados, pero este esfuerzo se
desvanece ante la apatía de los alcaldes que no garantizan que en caso de
recibir un vehículo contraincendio el municipio suministrará los recursos suficientes
para el suministro del combustible y cambio de llantas cuando sea necesario.
Y a este desalentador panorama
súmele que el legislador dispuso que los Cuerpos de Bomberos Voluntarios sean
administrados por un Consejo de Oficiales como máxima autoridad pero en ninguna
norma dice explícitamente como se conforma un Consejo de Oficiales ni cuál debe
ser el mínimo de integrantes y deja que estos asuntos sean determinados por
cada cuerpo de bomberos en sus estatutos y eso genera tensiones y pugnas de
poder entre los integrantes. El sistema de ascensos se convirtió en un saludo a
la bandera porque en Colombia muy pocos cumplen el reglamento establecido y la
misma Dirección Nacional de Bomberos de Colombia terminó avalando ascensos de
personas que nunca cumplieron con los requisitos para ascender.
En bomberos asciende a oficial no
el que puede y cumple con los requisitos, sino quien logra obtener la
aprobación de su Consejo de Oficiales en una especie de sistema de cooptación que solo busca mantener una
determinada mayoría que garantice el poder de determinadas personas, que
bien pueden buscar el mejoramiento de la
institución o el lucro personal.
Si bien los bomberos Colombianos
han mejorado ostensiblemente con la ley 1575 de 2012, lo que falta por hacer es
mucho y no precisamente por falta de presupuesto, es por falta de decisiones
administrativas que no generan la aprobación incondicional de los dirigidos
pero terminarán dando la grandeza institucional que el país requiere de esta
institución de socorro.